Despedidas son ejercicios espirituales necesarios. La agonía de girar la mirada al pasado desgasta. Es una fotografía que cada vez se observa más irreal, engañosamente ideal porque se desdibuja las sensaciones. Debe uno enfrentar el presente, con lo poco que queda, con la esencia de uno mismo como gran testimonio de la existencia. Se construye un tejido nuevo, más fuerte y suficientemente coherente para sentirse en la realidad.
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