sábado, 30 de abril de 2022

Be Artistically Late . 2006

 La llegada tarde es un fenómeno universal. Toda persona ha experimentado la pesadilla de ver como su comienzo de día se transforma en una agonía. Y es que la tardanza al trabajo es uno de los más desafortunados episodios de la vida. La tardanza laboral es duramente penalizada, es muy mal vista socialmente, y acarrea dolencias físicas y emocionales, claro, si es un mal crónico. 


Pero al mismo tiempo es una hazaña artística donde se tiene que conjugar con maestría la traición del destino y una actitud desesperada de la víctima. Es simple, la persona se queda dormida y se despierta tarde, tiene que hacer proezas para asearse adecuadamente a la velocidad de la luz, no desayuna para ahorrase unos minutos indispensables y sale a conseguir transporte. Su esperanza radica en un veloz vehículo de transporte que lo lleve sin demora al destino fatídico del reclamo, pero esto es la realidad y la situación sólo puede volverse crítica. Es el sino del imcumplido que el transporte público se demore, no lo recoja por sobrecupo de otros más afortunados que aunque también van retardados lograron colarse en el vehículo, y tenga que ver el desfile de rutas al lugar de trabajo como un cortejo eterno e inaccesible. Cuando finalmente la espera se hace insostenible, algún conductor se conduele y le permite ingresar al vehículo. Se respira un poco de tranquilidad, al menos se dejo atrás el tiempo muerto de la espera. Pero desafortunadamente, este amable conductor tiene una obsesión por los semáforos en rojo que abruma por lo enfermiza. Y su velocidad parece menor a la velocidad del trote peatonal. Es increíble, pero nuestro desesperado personaje puede contar cada una de las paradas por semáforo en rojo, y el conductor no se escapa de ninguna. Incluso en el famosísimo sistema de transporte masivo del cual nadie quiere mencionar el apretado nombre los semáforos en rojo hacen su hipnótico designio.



Debo dejar la tragedia atrás, la persona se acerca al lugar de trabajo, va a salvar su alma. Se aproxima el vehículo, pero que pasa, por un trancón, algún desfile o simplemente porque este bus no era la ruta correcta, se desvia del destino. El retardado se lanza del vehículo con destreza de acróbata y sale despavorido a correr por su vida. Arriba al puesto de trabajo jadeante, con unos cinco años de vida menos en su reloj biológico y con la peor de la recepciones. Hace media hora que lo esperan por un asunto que requería de su presencia con la puntualidad debida. Después de semejante acto artístico, donde se desafió al destino con la tenacidad de un héroe, la performancia culmina en una resignada retahíla de excusas mientras el trabajador se dispone a solucionar la solicitud, mientras se mentaliza que esta será la última vez que se expone al escarnio público y a la agonía interior anteriormente descrita.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog